Dietitis, una epidemia. Aquí está la cura.

dietitis dietas

Somos afligidos por una epidemia: la dietitis.

Su principal característica es seguir reglas que dictan qué, cuánto y cuándo comer:

  • Si no está en esta lista, ¡no está permitido!
  • Si no haces ejercicio, ¡no puedes comer postre!
  • ¡Come esta cantidad exacta de calorías!
  • ¡Tienes que ayunar exactamente 16 horas!
  • ¡No comas carbohidratos! ¡No tomes nada de alcohol!

Seguir reglas de alimentación implica que se pueden romper. Y no seguirlas significa hacer las cosas “mal”.

Con esta mentalidad, existe una frecuente, usualmente sutil, preocupación o miedo a “equivocarte”. Si hay un desvío, te tiendes a castigar, enojar o sentirte menos. También está su contraparte: cuando sigues “bien” las reglas, te sientes orgulloso y en control, aunque esta sensación es efímera ya que tarde o temprano te desvías de ellas.

Puede que no sigas ninguna dieta con específicos lineamientos (keto, paleo, etc.), pero al seguir reglas de alimentación, la dietitis está ahí. Podemos tener años operando bajo reglas que nos dicen qué, cuándo y cuánto comer que no nos damos cuenta de ello, operan de manera casi inconsciente.

¿Cómo identificar a la dietitis?

La dietitis rara vez se ve desde afuera, tiene más que ver con cómo navegamos nuestra alimentación y con cómo nos sentimos al hacerlo.

Presta atención a cómo decides qué, cuánto y cuándo comer y responde «Sí» o «No» a las siguientes 11 afirmaciones. Contesta aquello que consideres que es más representativo de tus hábitos (si dudas, la respuesta probablemente es “Sí”.)

  1. Sigo reglas que me dicen qué, cuándo y / o cuánto comer.
  2. Tengo alimentos prohibidos que no me doy permiso de comer (sin tomar en cuenta alergias y condiciones médicas).
  3. Guiar mi alimentación mediante reglas bien definidas me hace sentir en control.
  4. Me culpo o enojo conmigo mismo por no haber seguido mis reglas o plan de alimentación.
  5. Me siento orgulloso cuando puede seguir mis reglas de alimentación al pie de la letra.
  6. Cuando no puedo seguir mi plan de alimentación me siento ansioso y/o preocupado, incluso cuando solo ocurre ocasionalmente.
  7. Le hago más caso a reglas de alimentación que a mis señales de hambre y saciedad para guiar cuándo y/o cuánto comer.
  8. Pienso en alimentos “buenos” y “malos” y digo afirmaciones como “me porté mal”, “pequé” o “me porté bien”.
  9. Hago intercambios entre algo “bueno” y algo “malo” (por ejemplo: “si ‘como bien’ en la semana, entonces puedo ‘comer mal’ en el fin de semana”).
  10. Pienso que debo “ganar” el derecho a comer ciertos alimentos al primero hacer ejercicio o comer algo saludable.
  11. Me siento perdido, sin saber qué hacer, si no tengo un plan de alimentación bien definido.

Si has contestado “Sí” a varias de las afirmaciones, no eres la única persona.

Se nos ha enseñado que la mejor forma de mejorar nuestra alimentación, cuerpo y salud es al seguir reglas bien definidas y que desviarnos de estas reglas es “fracasar”. Pero como veremos más adelante, esto no es así.

¿Y cuál es el problema de seguir reglas de alimentación?

Valóralo tú mismo:

  • ¿Cómo es que las reglas que has creado te hacen sentir?
  • ¿Como es que estas reglas te ayudan o te dificultan lograr y mantener resultados?
  • ¿Cómo es que estas reglas te ayudan o te impiden disfrutar de la comida?

Mientras que seguir una regla de alimentación puede ser una estrategia útil para usarse brevemente (por ejemplo, decir que “no” a antojos o al alcohol durante 2 semanas), rara vez funciona al largo plazo.

Crear reglas nos da una falsa y elusiva sensación de control:

Si como exactamente estos alimentos en exactamente estas cantidades, entonces perderé exactamente 5 kilos en 8 semanas.

Pero las cosas así no funcionan.

En lugar de jugar favorecernos, las reglan juegan en nuestra contra.

¿No te das permiso de comer carbohidratos? Ahora los quieres más que nunca y tienes antojos de ellos todo el tiempo. Así es la naturaleza humana: queremos aquello prohibido.

Además, te sientes privado y cansado mentalmente de tener que estar resistiendo romper las reglas.

Eventualmente las romperás (créeme, sucederá). Te desvías de las reglas piensas “ya valió todo”, “lo arruiné”, “rompí la dieta” y tiras todo fuera de borda: “si ya rompí la dieta, mejor la rompo como se debe” y comes todo lo que puedas.

Hay una mejora manera.

La cura: date permiso de comer lo que quieras, cuanto quieras y cuando quieras

Y elimina tus reglas de alimentación.

(Las excepciones aquí son, obviamente, alergias y condiciones médicas que requieren restringir o eliminar ciertos alimentos.)

Darte permiso de comer lo que quieras es reconocer que no hay nada que “romper” y que no hay una forma “incorrecta” de alimentarte. Estás consciente de que hay múltiples maneras de comer para mejorar tu cuerpo y salud.

Ahora, y esto es importante, que te des permiso de comer lo que sea tampoco significa que siempre lo harás.

A veces te dirás que sí a comer ciertos alimentos en ciertas cantidades, a veces te dirás que no.

Independientemente de la decisión que tomes en determinado momento, te adueñas de esa decisión.

Reconoces que diferentes decisiones tienen diferentes resultados. Por ejemplo, reconoces que comer pastel todo el día tal vez no es lo para mejorar tu cuerpo y al mismo tiempo reconoces que comer una rebanada de vez en cuando no afectará tu progreso.

No tienes reglas, pero sí tomas decisiones conscientes.

Te preguntas: ¿qué es lo que realmente quiero en este momento?

Énfasis en esto: esto no se trata de que debes tienes que hacer (ya eliminaste estas palabras de tu vocabulario), se trata de qué quieres.

A veces querrás comer comida chatarra y esto está bien, lo haces de manera consciente:

Hoy quiero comerme una pizza entera. Sé que tal vez no me caerá bien y me sentiré pesado e hinchado después, pero estoy bien con ello.

A veces no querrás hacerlo:

Hoy no quiero postre ni tomar alcohol. Me siento satisfecho y bien con ello. No lo quiero ni lo necesito en este momento.  

Recuerda:  decides qué, cuánto y cuándo comer. 

Hecho conscientemente, lo que sea que decidas está bien.

¿Confundido? ¿Confundida?

La idea de darte permiso de comer lo que quieras puede sonar contraintuitiva y tiende a causar confusión y malentendidos:

  • ¿Entonces todo da lo mismo? ¿La nutrición no importa? 
  • ¡¿Ahora como controlaré mi alimentación?!
  • ¡Si me doy permiso de comer lo que sea nunca comeré nada saludable en mi vida!

Aclararé cada uno de estos puntos.

1. Darte permiso de comer lo que quieras no significa que “todo da lo mismo” y que la nutrición no importa 

Ya sabes que todos los alimentos no son nutricionalmente iguales: una manzana tiene más nutrientes que una rebanada de pastel. 

Esto no significa que la manzana sea “buena” y que el pastel sea “malo”, no hay tal cosa. Lo que no es debatible son sus diferencias nutricionales. Debido a estas diferencias, reconoces que diferentes decisiones alimenticias tienen diferentes resultados.

Qué decisión tomas en cada determinado momento dependerá de ti. 

De nuevo: a veces te dirás que sí a comer ciertos alimentos en ciertas cantidades, a veces te dirás que no.

 decides qué, cuánto y cuándo comer. Las reglas no deciden por ti.

2. ¡¿Cómo le haré sin reglas para controlar mi alimentación?!

Al oír la idea de darte permiso de comer lo que quieras puede que hayas sentido incertidumbre o miedo, es decir, te sientes perdido y no confías en poder comer saludable por tu cuenta sin reglas bien definidas.

Quitarte reglas y darte permiso de comer lo que quieras puede sentirse como perder control. Pero en realidad sucede lo contrario: lo adquieres. 

Sí, al principio puede que comas más de aquellos alimentos que antes te prohibías y que te sientas un poco fuera de control. Esto es una respuesta normal después de eliminar una restricción. 

Esta sensación de falta de control pasará. Al largo plazo tomarás las riendas de tu alimentación. Al darte permiso de comer lo que quieras, los alimentos que antes te restringías dejarán de ser gran cosa y retornarás a comer “balanceado”: comerás una combinación de alimentos nutritivos y de vez en cuando algunos no tan nutritivos. 

Velo de esta manera: piensa en tu postre favorito. Ahora imagina que lo vas a comer todos los días en todas tus comidas: lo comerás como desayuno, como comida y como cena. No comerás nada más.

¿Cuántos días crees que pasen hasta que te aburras, hasta que quieres comer una comida balanceada con una variedad de alimentos “saludables”? 

Créeme, ese día va a llegar. ¿No estás seguro de ello? Inténtalo: come tu postre favorito como tu única comida diaria y toma nota de lo que descubres. ¿Cómo te sientes física y mentalmente?

¿Cuántos días duras?

3. ¡Si me doy permiso de comer lo que sea nunca comeré nada saludable en mi vida!

Otra reacción al oír la idea de darte permiso de comer lo que quieras es sentir alivio de no tener que cambiar tus hábitos, es decir, encuentras una justificación (casi siempre inconscientemente) para no cambiar: 

Aquí Guillermo me dice que coma lo que quiera y cuánto quiero. ¡A comer chocolate todo el día!

Esta manera de pensar es seguir operando bajo reglas, pero en sentido reverso: buscas que algo externo (en este caso, yo en este artículo) justifique y le de sentido a tus acciones.

Estás cediendo el control de tus decisiones a algo externo, como si este artículo fuera quien te está haciendo comer chocolate todo el día. 

Ahora, si comer chocolate todo el día es lo que realmente quieres, adelante. Estate en paz con esa decisión, reconoce que tiene un resultado específico. Si tomas la decisión conscientemente, no puede haber quejas después de que no estás avanzando hacia donde quieres:

Me dijo que comiera lo que quisiera, eso hice y ve, no estoy progresando.

Esto sería evadir responsabilidad sobre una decisión que tú tomaste y que nadie hizo por ti. 

Las justificaciones son una manera en la que le damos sentido y congruencia a acciones y deseos contradictorios (el deseo de comer chocolate contra el deseo de mejorar cuerpo y salud). Esto es normal, tener deseos contradictorios es parte del proceso de cambio. 

Cuestiónate honestamente: 

  • ¿Comer chocolate (o cualquier otro alimento “chatarra”) todo el tiempo es algo que realmente quiero?
  • ¿Me ayudará a progresar hacia donde quiero ir? 
  • ¿Se alinea con mis metas?

Las preguntas no son para que seas duro contigo mismo, sino para honestamente reflexionar acerca de como es que tus acciones se alinean con tus metas y con lo que más valoras. 

No hay “buenas” ni “malas” respuestas. La respuesta correcta es aquella que es consciente y de la que te adueñas, sin importar cuál sea.

Las justificaciones también pueden ser una forma de enmascarar el miedo al cambio.

Es entendible: el cambio es difícil e incómodo. Puede ser incómodo comer menos de aquellos alimentos que han sido parte de tus hábitos durante mucho tiempo. Puede ser cómo despedirte de una parte de ti. 

Da el brinco. Sé paciente. La incomodidad pasará. Te acostumbrarás. Lo prometo.

Adiós dietitis, hola comer libre

Eres un adulto responsable, no necesitas de una regla que te diga qué, cuándo y cuánto comer. 

Tú estás al mando.

Tú sabes qué es lo mejor para ti.

Por más contraintuitivo que suene, darte permiso de comer lo que quieras, cuánto quieras y cuando quieras es un paso clave para no solo sentirte libre y con paz mental, sino para tomar el poder sobre tu cuerpo y salud. 

Es a lo que le llamo comer libre.

Inténtalo.

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