Cuando oyes la palabra “motivación”, ¿qué es lo que se te viene a la mente?
Probablemente piensas de motivación en un contexto como el siguiente:
Tengo poca motivación.
No me siento motivado para hacer ejercicio.
Es decir, tal vez piensas en la motivación como un sentimiento del que dispones en determinado momento y que fluctúa en cantidad: o estás motivado o no estás motivado, o tienes mucha o tienes poca motivación. Sin embargo, este es solo uno de sus aspectos.
El otro aspecto de la motivación es su calidad.
Y este es mucho más importante.
En pocas palabras, la calidad motivacional se refiere al porqué detrás de nuestras metas y acciones. Es aquella razón, consciente o inconsciente, que nos mueve a actuar.
¿Por qué realmente queremos perder peso?
¿Qué es lo que realmente nos mueve a hacer ejercicio?
Nuestra calidad motivacional es relevante porque influye en qué tanto nos esforzamos, qué tanto persistimos en la presencia de obstáculos y altibajos, en si obtenemos o no nuestras metas, y en nuestro bienestar mental en el camino hacia alcanzarlas.
Cantidad vs. calidad de motivación
Imagina que a alguien se le amenaza con una pistola en la cabeza para que haga 30 minutos de ejercicio todos los días.
En este escenario, en el que su vida está en juego, su cantidad de motivación para ejercitarse sería altísima. Aunque no le gustara, estoy seguro de que lo haría.
Contrasta este tipo de motivación con la de alguien que hace la misma cantidad de ejercicio, no porque la están amenazando a hacerlo, sino porque lo disfruta y porque además reconoce que beneficia las demás áreas de su vida. En este caso, la cantidad de motivación también es alta.
Visto desde afuera, la acción en los dos escenarios anteriores es la misma: dos personas haciendo ejercicio todos los días.
Pero internamente la situación es distinta: a una persona lo motiva el miedo de perder su vida, y a la otra la motiva la satisfacción inherente de ejercitarse y la idea de gozar de buena salud durante décadas.
La diferencia entre estos ejemplos no yace en la cantidad de motivación, sino en su calidad.
Y esta diferencia importa.
Exploremos a más detalle este concepto de calidad motivacional al describir los cuatro tipos de motivación.
El espectro de la motivación
Nuestra calidad motivacional es determinada por el porqué detrás de las metas que perseguimos.
A veces buscamos algo porque pensamos que eso deberíamos de buscar, porque todos buscan lo mismo o porque socialmente es lo que se “espera” de nosotros.
Por ejemplo, podemos buscar ganar más dinero, tener un carro más lujoso, comprar una casa más grande u obtener el “cuerpo perfecto” sin en realidad cuestionarnos el porqué queremos estas cosas, o si son algo que en realidad queremos.
Según la teoría de autodeterminación, las personas varían en el grado en el que sienten autonomía en sus vidas. Es decir, varían en qué tanto se sienten “dueñas” de sus metas y decisiones, en si lo que persiguen refleja quienes realmente son y lo que realmente quieren, o si lo que buscan es controlado por presiones externas o inseguridades internas.
Cuando una persona se siente libre y “dueña” de sus metas y decisiones, se dice que tiene una motivación autónoma.
Cuando una persona se siente controlada por presiones externas o inseguridades internas, se dice que tiene una motivación controlada.
Estos dos diferentes tipos de motivación a su vez se pueden ilustrar en un espectro de la motivación:

Los 4 tipos de motivación
1. Motivado por presión externa
Con este tipo de motivación actuamos debido a la presión, implícita o explícita, de otros o de la sociedad como conjunto.
Perseguimos una meta, como bajar de peso, porque así evitaríamos castigos como críticas o burlas de nuestro cuerpo, desaprobación o regaños.
O su contraparte, perseguimos la meta porque así obtendríamos la aprobación de los demás o recompensas psicológicas como prestigio, elogios y cumplidos.
2. Motivado por presión interna
En lugar de que alguien más nos presione, nosotros nos convertirnos en nuestro propio “dictador”.
Hacemos las cosas porque “debemos” y “tenemos que” hacerlas, porque si no, enfrentaremos a consecuencias indeseables, como sentir culpa o menosprecio (“si no hago ejercicio o si rompo la dieta, me siento culpable”.)
Perseguimos una meta, como lograr cierto cuerpo “ideal”, porque hemos apegado parte de nuestra autoestima y autoaceptación a ella. No lograrlas significaría valer menos como personas, ser “inaceptables”, por lo que nos presionamos más y más por lograrla. Esto no sorprende dado las casi omnipresentes presiones sociales acerca de cómo nuestro cuerpo se “debe” de ver o acerca de lo que el “éxito” representa, presiones que eventualmente internalizamos.
Con este tipo de motivación sentimos que necesitamos “fuerza de voluntad” para lograr nuestras metas, que hay una lucha interna, un yo contra yo mismo.1A esta presión interna es a lo que el psicólogo y filósofo Erich Fromm le llamó una “conciencia autoritaria”.
3. Motivado por valores personales
Actuar motivados por nuestros valores personales es actuar en línea con lo que más nos importa en la vida.
Los valores personales son cosas como “salud”, “familia”, “aventura”, “integridad”, “arte”… hay cientos. Son cosas que perseguimos, que experimentamos o que vivimos.
Por ejemplo, podemos cuidar de nuestro cuerpo y salud ya sea porque “salud” es un valor en sí mismo o porque facilita y potencia otros valores como “familia” (no puedes disfrutar de tu familia si no gozas de salud) o “aventura” (es difícil viajar si el cuerpo no funciona bien).
Con este tipo de motivación, las actividades que desempeñemos pueden no ser intrínsecamente placenteras, por ejemplo, tal vez no disfrutamos tanto cocinar o entrenar para fuerza, pero consistentemente lo ponemos en práctica por reconocemos lo que aporta a nuestras vidas.
Actuar con este tipo de motivación se siente libre, sin presiones ni luchas internas.
4. Motivación intrínseca
Con este tipo de motivación, hacemos algo porque es intrínsecamente placentero.
Hacemos ejercicio porque es divertido y estimulante; comemos frutas y verduras porque las disfrutamos; es decir, estas actividades son un fin en sí mismas. Los beneficios que pudiéramos obtener de ellas son meramente un extra.
Ahora, podemos tener diferentes tipos de motivación operando al mismo tiempo, sin embargo, uno es el que más predomina. Y aquel que más predomine impactará en cómo nos sentimos y en lo que logramos.
Mayor calidad motivacional = mejores hábitos y resultados
Regresemos al primer escenario ficticio mencionado arriba.
La persona amenazada con una pistola para hacer ejercicio tiene una alta cantidad de motivación, pero su calidad de motivación es baja (motivación controlada por presión externa).
¿Qué pasaría cuándo se le quite la pistola? ¿Seguiría ejercitándose?
O tomemos un ejemplo más real: si la principal razón por la cual alguien hace ejercicio es porque se siente presionado para bajar de peso para así obtener aprobación de los demás o de si mismo (motivación controlada por presión interna), ¿qué tan probable es que este tipo de motivación sostenga sus esfuerzos durante años?
En cambio, si alguien hace ejercicio porque se alinea con sus valores personales más profundos y si además es algo que disfruta (motivación autónoma), es casi un hecho de que lo hará por el resto de su vida.
Mientras que podemos comprobar los efectos de las diferencias en calidad motivacional en el contexto de nuestras propias vidas, múltiples estudios científicos lo respaldan.
En el caso del ejercicio, un estudio encontró que entre más alta sea la calidad motivacional para hacer ejercicio, mayor es la consistencia a lo largo de los años:

En otras palabras, las personas que se sienten presionadas por alguien más o por sí mismas para ejercitarse (es decir, tienen una baja calidad motivacional), tienden a abandonar sus esfuerzos o ser inconsistentes conforme pasa el tiempo –el común patrón de empezar, parar, empezar, parar y empezar otra vez–.2fuente
En el caso de la alimentación, en comparación con personas con una motivación controlada de baja calidad, las personas con una motivación autónoma de alta calidad:
- Comen más saludable (por ejemplo, comen más frutas y verduras).3fuente, fuente
- Tienen un enfoque más flexible hacia su alimentación.4fuente, fuente
Es decir, los diferentes tipos de motivación llevan a diferentes enfoques durante el proceso de “comer mejor”.
Una interpretación de estas diferencias es que alguien movido por inseguridades internas tiende a presionarse rígidamente a comer menos para así perder peso para así poder aceptarse a sí misma, evitar sentimientos de culpa u obtener aprobación de otros.5fuente
Y si la calidad motivacional lleva a diferentes comportamientos y formas de pensar, es lógico pensar que también lleva a diferentes resultados.
En términos de pérdida de peso, las personas con una motivación autónoma de alta calidad no solo pierden más, sino que lo mantienen con el paso del tiempo:

De hecho, poseer una motivación autónoma es uno de los aspectos que mejor predicen la pérdida y mantenimiento de peso.6fuente
Cómo encontrar tu verdadera motivación
Si estás aquí leyendo esto es porque quieres mejorar tu cuerpo y salud.
La pregunta es:
- ¿Qué significa “mejorar tu cuerpo y salud” para ti?
- ¿Por qué realmente quieres lograr eso?
Para indagar más te puedes preguntar:
- ¿Por qué es importante para mí conseguir esta meta?
- ¿Qué significaría obtenerla?
- ¿Qué beneficios obtendría de ello?
Y si quieres explorar aún más, cuestiónate:
- ¿Qué es lo que más me importa en la vida? ¿Cuáles son mis más profundos valores personales?
- ¿Cómo es que mis metas de salud y fitness se alinean con lo que más valoro?
Conocer nuestro porqué –nuestra verdadera motivación– aquella que nace de nosotros mismos y que se alinea con los que más valoramos en la vida, no solo nos hace obtener y mantener resultados, sino que hace el proceso de cambio mucho más placentero.
No importa cuál sea tu verdadera motivación, lo que importa es que la descubras.
5 comentarios en “La guía de la motivación: los 4 tipos de motivación y por qué la diferencia importa”
Muy bueno el artículo. En lo personal encuentro provechoso incorporar el nuevo hábito a punta de pistola como vos decís hasta que llega un punto en que lo empiezo a disfrutar y a partir de ahí todo va sobre rieles. Hasta puede ser que esté esperando el momento del día para realizar tal o cuál actividad . jajaja.
Gracias por compartir tus conocimientos Guillermo!!! Saludos desde argentina
Hola Luis,
Es un buen «truco mental» que nos ayuda a comenzar con la esperanza de que eventualmente se haga un hábito que incluso lleguemos a extrañar. A veces hago algo similar con mis pacientes o conmigo mismo, en específico, hago la pregunta:
«Si tu vida dependiera de ello, ¿qué piensas que harías para (X cosa que se quiera lograr)?»
A veces este tipo de preguntas nos ayudan a ver posibilidades o alternativas que antes de no habíamos considerado.
¡Saludos!
Hola Guillermo
Buenissima guía, otro «truco» alucinante, sería pensar «en extremo», las consecuencias fatales de no ejercitarse o comer sano, como por ejemplo, al despertar con un ligero dolor en la cintura, se suele muchas veces pensar o sentir «curiosamente» una dolencia muy grave renal o una afección seria de la cadera o lumbares; aquí la amenaza del «cuchillo» (quirófano), motiva a dejar inmediatamente el achaque, y ejercitarse y alimentarse bien, para luego, en la construcción cotidiana del hábito, no tanto descubrir que la dolencia «ilusa» desaparece, sino, descubrirse a uno mismo real, y pleno, disfrutando el movimiento de ser libre en cuerpo y alma.
¿Qué tal Elias?
Lo que comentas puede ser un estrategia útil, aunque tiendo a optar por otro camino que te invitaría a considerar: en lugar de pensar en términos negativos (lo que NO queremos o las consecuencias negativas de no tener hábitos saludables), prefiero pensar en términos positivos (lo que SÍ queremos y los beneficios de hábitos saludables).
Por ejemplo, en lugar de pensar «no quiero tener sobrepeso/lesiones/enfermedades», podemos pensar «quiero gozar de salud, energía, bienestar…» o pensar algo más específico como todas las actividades que seremos capaz de disfrutar durante muchos años (jugar con hijos/nietos, subir montañas, etc.)
Considero que es más «motivador» IR hacia lo que SÍ queremos en lugar de HUIR de lo que NO queremos.
Una diferente perspectiva a considerar. 😉
Gracias Guillermo, por la acertada observación y sugerencia. Tienes muchísima razón. Y ya empiezo a trabajar en ello, la mente tiende a ser muy negativa (a veces camuflada en la motivación como mi experiencia), creo que por cuestiones de menor esfuerzo, boicotea al cuerpo en sus reajustes cualitativos permanentes por mantener la salud. Por ello, a largo plazo la negatividad podría tener efectos muy limitantes.