La paradoja del cambio: para cambiar tu cuerpo no quieras cambiarlo

Hay dos cosas que te ayudarán a verte y sentirte mejor: 1) no dejar que estándares sociales de belleza dicten que eres suficiente o no y 2) aceptar a tu cuerpo actual mientras haces un esfuerzo por mejorarlo.
auto-compasión

Estar insatisfechos con nuestro cuerpo es la norma, no la excepción.

Nos vemos en el espejo y fantaseamos acerca de lo que nos falta por cambiar. Si tan solo pudiera pesar x cantidad de kilos, sacar más músculo, tener el abdomen así, las piernas de esta otra manera, no ser tan alta, ser más alto… es una historia sin fin.

La insatisfacción comienza temprano: casi la mitad de los niños y niñas entre 6 y 12 años ya se sienten inconformes con su apariencia.1reseña

No sorprende: desde pequeños aprendemos a idealizar los estándares de belleza sociales que son propagados por la televisión, revistas y ahora de las casi omnipresentes redes sociales.

Las mujeres quieren estar delgadas y tonificadas. Los hombres quieren estar musculosos.

Internalizamos estos ideales. 

Debido a que quedan grabados en nuestro psique, no solo son los medios quienes propagan estos estándares a seguir, sino nosotros mismos: nos juzgamos por no caer dentro del estándar (“tengo que bajar más, “me hace falta más músculo”,  “necesito tener 2 tallas menos”, “tengo que ponerme a dieta”…), y también criticamos a los demás por su apariencia (“subió unos kilos, ¿verdad?”, “bájale a la comida, ¿no?”, “te ves bien flaco, come más”…).

Aceptamos y vemos como “buenas” a aquellas personas que se acercan al ideal estético (son inteligentes, atractivos, buena onda, tienen más dinero…) y estigmatizamos a los que se salen (son indisciplinados, tontos, irresponsables, flojos…).

Esto no es nada nuevo. Desde los 70 existen las insatisfacciones con el cuerpo, pero parece que ahora es algo mucho más común, si juzgamos por la cantidad de imágenes a las que estamos expuestas hoy en día.2estudio

A pesar de que la presión de verse “bien” viene de todos los ángulos, una parte de nosotros reconoce que los ideales de belleza actuales son solo ideas difundidas socialmente.

Por ejemplo, en el siglo XVII, Rubens representó a la belleza femenina ideal de ese entonces en Las Tres Gracias:

En el siglo XVIII, usar tacones, medias y pelucas representaba masculinidad, como podemos ver en este retrato del rey Luis XIV de Francia:

La masculinidad de ese entonces ahora es vista como femenina.

A principios del siglo XX, el ideal era tener curvas, tener “carne atractiva”, según la siguiente publicación:

“Los hombres no me veían cuando era delgada, pero desde que subí 10 libras tengo todas las citas que quiero”.

Las cosas cambiaron desde los 70s cuando ser lo más delgada posible personifica la belleza:

Twiggy, la primer supermodelo.

En el caso de los hombres, el estándar reciente ha variado desde Arnold hasta Cristiano Ronaldo.

Y el estándar de belleza muy probablemente seguirá cambiando.

Uno podría argumentar que las ideas de belleza no son ideas culturales, sino elementos biológicos necesarios para la sobrevivencia de la especie humana. Es decir, las personas son atractivas porque cuentan con señales biológicas que prometen fertilidad y fuerza: de esta manera estamos más atraídos a caras simétricas porque estas se asocian con resistencia a enfermedad, una mujer con curvas (cintura delgada y caderas prominentes) es un señal de que es fértil; un hombre musculoso sugiere que puede proteger a la familia. El fin último es reproducirse y conservar la especie.

Pero esta es una visión incompleta.

En su libro El cerebro que se cambia a sí mismo, Norman Doidge argumenta que “muchos de los gustos que creemos ‘naturales’ se adquieren por aprendizaje y se convierten en algo instintivo para nosotros”. Debido a que nuestro cerebro es maleable, un aprendizaje cultural que está programado en nuestro cerebro es igual de biológico que la necesidad de beber agua cuando tenemos sed.

En otras palabras, las ideas culturales cambian nuestra biología. Se nos hace muy difícil ver algo “no estético” como “belleza” cuando desde que nacemos estamos bombardeados con mensajes de lo que la belleza es y no es.

La noción cultural de lo que es una bella apariencia física está tan enraizado en nuestra mente que verlo de otra manera es casi imposible. ¿Podrías ver a una cucaracha como bella?

Todo esto es algo que podemos comprender intelectualmente, como concepto. Es fácil entender que nuestro percepción de la belleza es una idea culturalmente imaginada y difundida y que ésta no siempre ha sido la misma, pero esto no elimina el hecho de que nos sintamos inadecuados cada vez que nos vemos en el espejo.

Sería ingenuo decir que fácilmente podemos modificar nuestra visión actual de belleza, pero sí podemos trabajar internamente para minimizar la magnitud de su efecto. ¿Cómo? Al aceptar nuestro cuerpo tal como es.

 

Acepta tu cuerpo antes de cambiarlo

Podemos aprender a estar satisfechos con nuestro cuerpo actual y no depender de un estándar externo que nos diga que somos suficiente o no. La satisfacción, del latín satis-facere, significa “hacer suficiente”. No estar satisfecho implica que no eres suficiente, pero sí lo eres, todos los somos.

Una herramienta para reconocer que ya somos suficientes, tal como somos, es la práctica de autocompasión. Puede sonar sentimental, pero desarrollar compasión hacia nosotros mismos es como cualquier otra habilidad que obtenemos mediante la práctica, al igual que entrenar para fortalecer nuestros músculos.3reseña

Además de que nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos, esta mentalidad de autocompasión, de tratarte como tu mejor amigo, ayuda a mantener los resultados físicos obtenidos mediante la alimentación y el ejercicio.4estudio

Irónicamente, usualmente tratamos de cambiar nuestro cuerpo no con compasión, sino con un sentimiento de desprecio, a veces hasta de odio. “Detesto mi cuerpo, odio (inserta parte corporal aquí)”, ¿cuántas veces no nos hemos dicho eso?.

Si tan solo consiguiéramos ese cuerpo ideal, entonces ahora sí nos pudiéramos querer y aceptar.

Y mientras que una mentalidad de odio hacia nuestro cuerpo sí nos pudiera dar resultados, el camino es tormentoso; además de que mantener los resultados de esta manera es muy difícil, más bien, es casi imposible.

Ahora, aceptarnos tal como somos no significa ser conformista o indiferente, es una base de la que podemos partir y en la que podemos sostenernos mientras hacemos cambios en nuestro estilo de vida. Es un refugio en el que podemos residir cuando las cosas no salen como esperamos y, a pesar de los altibajos, aún así seguir intentando.

Aceptarnos significa respetar y querer nuestro cuerpo actual antes de cambiarlo. Reconocer y sentir esto hace al cambio más fácil.

La curiosa paradoja es que cuando me acepto a mí mismo tal como soy, entonces puedo cambiar.

Carl Rogers

Aprende a comer mejor sin complicarte la vida

Curso GRATIS:
30 lecciones, una cada día, de no más de 5 minutos.

Si crees que el artículo puede ser útil para otros, ¡compártelo!

Tus preguntas y comentarios van aquí

8 comentarios en “La paradoja del cambio: para cambiar tu cuerpo no quieras cambiarlo”

  1. Lo que más me gusta de este blog es ese enfoque holístico que no encuentras en ningún otro lugar, porque siempre hemos sido y seremos uno solo, una integridad y es así como deberíamos abordar cada aspecto de nuestras vidas, siempre en integración. Gracias!

        1. Que importante que a esto lo internalizemos desde un principio,pienso en mis sobrinos/as pequeñas ,espero puedan edificarse sobre sus cuerpos y se acepten siempre.Gracias muy bueno leer esto,darás alguna conferencia en Youtube?

  2. Leo constantemente blogs y artículos varios sobre salud, deporte, entrenamiento deportivo y la relación de estos con la ciencia, pero debo reconocer, que este blog en particular me aporta un mejor y mayor conocimiento sobre estos temas. Muchas gracias a Guillermo por compartir tan valiosa información.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio

Aprende a comer mejor sin complicarte la vida

Curso GRATIS

30 lecciones, una cada día,
de no más de 5 minutos.