4 estrategias para lidiar con la presión social sin ser antisocial

presión social en comida y alcohol

Lo que nos rodea moldea nuestros hábitos, nos demos cuenta de ello o no.

Hay comida ultraprocesada a donde sea que vayamos que facilita que comamos no saludablemente y de más, el diseño de las ciudades hace que caminemos poco, e incluso el diseño de nuestra cocina afecta qué y cuánto comemos.

También está nuestro círculo social. Las personas con las que interactuamos pueden ser un obstáculo para mejorar nuestro cuerpo y salud si implícita o explícitamente nos empujan a seguir malos hábitos:

  • Siempre llevan comida chatarra a la casa o a la oficina y se enfadan cuando no comes de las opciones que hay. “Qué estricto”, te dicen.
  • Solo quieren ir a restaurantes donde no hay opciones saludables.
  • “¿Por qué no estás tomando? Deja te traigo una cerveza.”
  • “Hay que pedir postre. Están bien buenos. ¡Mesero!”
  • “Ándale, vamos al cine, no pasa nada si vuelves a faltar al gimnasio”.
  • “Quédate más tiempo, desvélate con nosotros”.

Si la presión social es un obstáculo para ti, intenta las siguientes 4 estrategias.

 

1. Di «no quiero» en vez de «no puedo» 

“No quiero” es una decisión.

“No puedo” es una prohibición.

Al decir “no puedo” los demás entienden que en realidad sí quieres pero que te lo prohíbes por lo que pueden continuar empujándote hacia algún comportamiento que estás tratando de evitar o disminuir.

Lo más sencillo que puedes decir es:

No quiero, gracias.

Otra opción es decir:

Hoy no quiero, gracias.

Agregar la palabra «hoy» da a entender que no estás cerrando la puerta para siempre a aquello que te están presionando, sino que en este preciso momento no quieres.

También puedes responder en términos positivo, diciendo aquello que sí quieres:

  • Prefiero tomar agua.
  • Quiero hacer ejercicio.
  • Quiero dormirme temprano.

La mayoría de las personas respetan tu decisión cuando respondes de esta manera. Sin embargo, a veces seguirán presionando. Lo que puedes hacer es repetir:

En verdad, no quiero.

Ahora, el tono en el que lo dices importa. Dilo con un tono calmado, no como si estuvieras molesto o enojado por su insistencia.

Decirlo “no quiero” dos veces suele ser suficiente. No tienes que justificarte ni dar explicaciones, pero habrá casos en las que los demás no te dejarán de presionar. Si esto te sucede, prueba la siguiente estrategia.

 

2. Di “porque…”

Lo que a veces las otras personas requieren es una explicación: ¿por qué has dicho que “no”?

Da una explicación clara y concisa. No tienes que dar una justificación como si tuvieras que defender tu punto.

La razón puede ser algo simple como:

No quiero, gracias. Ya estoy lleno.

No quiero desvelarme. Estoy cansado.

Ahora, de acuerdo a Robert Cialdini,  agregar la palabra “porque” antes de dar la razón hace a las personas más susceptibles a aceptar tu mensaje. Editemos los dos ejemplos anteriores:

No quiero porque ya estoy lleno.

No quiero desvelarme porque quiero descansar.

Si dar una breve explicación tampoco sirve para que las presiones cesen, prueba con lo siguiente.

 

3. Hazlos parte de tu equipo

Si las personas te siguen insistiendo y presionando a pesar de decirles «no quiero» y explicarles el porqué, habla con ellos para que en lugar de que sean un obstáculo, sean un aliado de tus metas.

Diles algo como lo siguiente:

(Nombre de la persona),

Estoy tratando de (mencionar meta).

Esto es muy importante para mí.

¿Crees que me puedas apoyar al (mencionar acción específica con la cual quieres que te apoyen)? Te lo agradecería mucho.

Por ejemplo:

Armando,

Estoy tratando de mejorar mi alimentación.

Esto es muy importante para mí.

¿Crees que me puedas apoyar al ir más seguido a restaurantes saludables cuando vayamos a comer?

Otro ejemplo:

Viviana,

Estoy tratando de ser más físicamente activa.

Esto es muy importante para mí.

¿Crees que algunos días podamos ir por un café y platicar mientras caminamos en el parque en lugar de quedarnos en el café? Te lo agradecería mucho.

Al igual que en los puntos anteriores, dilo con un tono calmado, sin mostrar enojo o enfado.

Si en realidad son personas que se preocupan por ti, te van a apoyar.

 

4. Ensaya qué harás en situaciones sociales difíciles

En el momento rara vez actuamos como lo teníamos en mente: sucumbimos ante la presión, no decimos nada, o lo decimos titubeando, o no nos sale como queríamos.

Aquí es donde entran las intenciones de implementación: asociaciones mentales que especifican dónde, cuándo y/o cómo actuarás.

La estructura general de una intención de implementación es la siguiente:

Si me presento a [SITUACIÓN DIFÍCIL], voy a [ACCIÓN]

Por ejemplo:

  • Si en la fiesta me ofrecen alcohol, voy a decir “no quiero, gracias”. Si me insisten, diré: “En verdad, hoy no quiero, prefiero tomar agua.
  • Si voy a un restaurante donde no hay opciones saludables, voy a comer la mitad del plato y le diré al mesero que empaque la otra mitad. Si me preguntan porqué acabe tan pronto, diré “porque ya me llené.

También puedes usar las intenciones de implementación para practicar moderación en situaciones sociales:

  • Si voy a una fiesta, voy a tomar un vaso de agua entre cada vaso de alcohol.
  • Si piden postre en el restaurante, voy a comer solo 3 cucharadas. Las disfrutaré y las comeré despacio.

Ensayar en tu mente lo que vas a hacer facilita que lo lleves a cabo.

 

Algunas personas no van a querer que cambies o mejores

Si estás mejorando cómo te ves y cómo te sientes, ¿qué notas de los demás? ¿Te tratan diferente?

Si mencionas algo sobre lo bien que te sientes con los cambios en tus hábitos y en tu cuerpo, ¿genuinamente comparten tu gozo y alegría? ¿O notas una falsa sonrisa o una falsedad en sus cumplidos?

Puede que algunas personas sienten envidia de que estés haciendo cambios positivos en tu vida y ellos no –aunque rara vez reconocerán esta envidia en ellos mismos–. Inconscientemente pueden sentir inferioridad o piensan que si tú mejoras eso se refleja mal en ellos o que tú ahora los juzgas porque ellos mismos no cambian.

La envidia puede hacerlos presionarte a que continúes con malos hábitos para así sabotear tu progreso.

No te lo tomes personal, pero si notas esto en los demás, es mejor guardar tu distancia.

 

No los trates de cambiar

Ahora, no porque tu hayas iniciado mejoras en tus hábitos significa que las personas a tu alrededor también lo deban de hacer.

Si no a ti no te gusta que te presionen a seguir malos hábitos, ¿por qué tu los presionarías a ellos en el sentido opuesto?

Enfócate en ti (poner el ejemplo es el mejor argumento). Cuando ellos estén listos, tal vez se acercan contigo para pedirte apoyo.

 

Que tu vida no gire alrededor de tu cuerpo

Mejorar tu cuerpo y salud y tener una vida social no son mutuamente excluyentes.

Habrá ocasiones en las que cedes a las insistencias de tus amigos o familiares, pero no porque ellos te lo piden, sino porque quieres.

Decides desvelarte porque quieres pasar más tiempo con tus seres queridos, decides tomar una cerveza más porque se te antojo o decides no hacer ejercicio (o hacer menos) porque prefieres ir a un evento social.

Encuentra el balance con el que estés cómodo.

 

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2 comentarios en “4 estrategias para lidiar con la presión social sin ser antisocial”

  1. Nuestro ámbito nos condiciona mucho más de lo que pensamos para bien o para mal y hay que saber relacionarse sanamente.

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