Haciendo imposible el fracaso: 5 estrategias para cumplir todas tus metas

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Rompemos promesas con nosotros mismos con vergonzosa regularidad. El ejemplo más típico: 92% de las personas que hacen resoluciones de Año Nuevo fracasan.

¿Por qué somos incapaces de cumplir nuestros objetivos?

Por diversas razones que van desde la manera en que establecemos nuestras metas, cómo las llevamos a cabo y las motivaciones detrás de ellas. También juegan un rol las herramientas y conocimientos que tenemos a nuestro alcance y el entorno que nos rodea.

En el artículo de hoy hablamos de 5 estrategias para hacer el fracaso (casi) imposible.

1. Escoge solo una meta

“Aquel que persigue dos conejos, no atrapa ninguno.”
Proverbio chino

La mayoría queremos mejorar varios aspectos de nuestras vidas: queremos quemar grasa, ganar más músculo, correr un maratón, ser más fuerte, comer mejor, crear una empresa, aprender a tocar guitarra, dominar el portugués y tener más tiempo para viajar.

Tratamos de alcanzar todas al mismo tiempo y meses después de haberlo intentado nos lamentamos por nuestra inhabilidad de cumplirlo lo que nos propusimos.

No es nuestra culpa, la culpa la tiene la lista.

resoluciones de año nuevo

Establecer muchas metas al mismo tiempo reduce la energía mental que le dedicas a cada una. Además, si estas son incompatibles entre sí, cada vez que tratas de seguir una, reduces la capacidad para seguir las demás. Es imposible quemar grasa, ganar músculo y al mismo tiempo prepararte para un maratón.

¿El resultado? La inacción.

Establecer metas conflictivas entre sí te hace pensar más en ellas, pero no te hace actuar para conseguirlas.1fuente

El problema es que queremos todo ya y falsamente percibimos que no tenemos tiempo para cumplir todo lo que queremos. Pensamos en días, semanas y meses, cuando en realidad salimos beneficiados si expandimos nuestro panorama a años, incluso décadas.

Con esta visión a largo plazo, es fácil darnos cuenta que tenemos suficiente tiempo para cumplir todo aquello que nos proponemos, una cosa a la vez.

Pregúntate:

¿Cuál es mi prioridad número uno?

¿Qué es lo más importante para mí en este momento?

Escoge solo una cosa y mantén esa meta hasta que estés satisfecho con tus resultados. Una vez logrado, cambia de meta y repite el proceso.

2. Hazla específica y medible

Una meta como “perder peso” es demasiado ambigua. Es necesario que sea específica, medible, con una fecha tentativa para lograrla y que esté establecida en diferentes intervalos de tiempo.

Para hacer esto, enlista tus metas a largo, mediano y corto plazo:

Metas de un año

  • Bajar 30 kilos
  • Levantar 2 veces mi propio peso en el peso muerto

Metas de 3 meses

  • Bajar de 20% a 15% de grasa corporal
  • Hacer 3 dominadas

Metas semanales

  • Bajar 0.5-1 kilo cada semana y 0.5%-1% de grasa corporal cada 2 semanas.
  • Incrementar el peso y/o las repeticiones que hago en el 80% de los ejercicios que hago.

Que las metas retadoras, pero realistas. Una intención general por hacer tu mejor esfuerzo, sin metas claras, no da los mismos resultados.2fuente

3. Ten un plan

“Es fácil plantear una buena resolución; pero difícil es la tarea que concierne su ejecución.”
Benjamin Franklin

Tener una meta, por más que la desees, no garantiza que la vayas a obtener –en promedio, solo la mitad de las personas actúan en línea con sus intenciones–.3fuente

El problema es que desear algo no va acompañado de los pasos necesarios para conseguirlo. Para incrementar tu probabilidad de éxito necesitas un plan específico que te diga cuándo y cómo actuar.4fuente

Por ejemplo, tener una estrategia preformulada para comer saludablemente incrementa tus probabilidades de hacerlo. Lo mismo se observa con el ejercicio.5fuente, fuente

¿Por qué tener un plan es tan efectivo? Porque te obliga a actuar en automático al enfrentarte a cierta situación (“es lunes, son las 5 p.m. y es hora de entrenar”). Así no dependes de tu memoria y fuerza de voluntad para actuar sobre tus intenciones. Con el tiempo, tus acciones se convierten en hábitos que operarán sin pensamiento alguno.

Entonces, si tu meta es perder peso, pregúntate:

¿qué acciones tomaré diaria– y semanalmente para lograrlo?

Entre más específico seas, mejor. Algunos ejemplos:

  • Voy a seguir la guía de entrenamiento para principiantes y entrenaré lunes, miércoles y viernes a las 6 p.m. al salir del trabajo.
  • En lugar de desayunar cereal, voy a prepararme 3 huevos con verduras.
  • Voy a cocinar la mayoría de mis comidas en casa, solo comeré fuera los viernes y sábados por la noche.
  • Contrataré a un entrenador personal para que elabore un plan para mí, así me concentro más en la ejecución y menos en la planeación.

Tu plan no tiene que ser perfecto, lo que importa es que tengas uno y que lo lleves a cabo. Siempre puedes hacer correcciones en el camino con base en tus resultados.

4. Mide tu progreso y monitorea tu comportamiento

“Cuando puedes medir de lo que hablas y expresarlo en números, sabes algo de ello; cuando no, tu conocimiento es insuficiente e insatisfactorio.”
Lord Kelvin

Después de saber a dónde vas (tu meta) y plantear cómo llegarás ahí (tu plan) es necesario medir tu progreso y monitorear tus acciones para saber si te están acercando a tu meta –o no– conforme pasa el tiempo.

Para empezar, necesitas conocer tu punto de partida al hacer una valoración objetiva (tu peso, porcentaje de grasa corporal, circunferencia de cintura, etc.) y una valoración subjetiva (fotos).

Luego requieres monitorear tus acciones para saber si éstas te guían hacia tus metas. Necesitas dos cosas:

  • Una bitácora de tu alimentación
  • Una bitácora de tus entrenamientos

El proceso es más simple de lo que parece:

Progresarás más si tienes una manera objetiva de valorar tu progreso y tu comportamiento. En caso de que no estés obteniendo los resultados que esperas, puedes tomar las medidas necesarias para seguir avanzado.

No es sorpresa que las personas que registran lo que comen, que se pesan frecuentemente, y que monitorean su ejercicio pierden más peso en comparación con aquellas que no lo hacen.

Además, las mediciones incrementan tu motivación. Ver tu progreso en números cambiantes crea un retroalimentación positiva que te motivará a seguir esforzándote.

5. Encuentra tu verdadera razón

“Las personas generalmente son persuadidas por las razones que ellos mismos han descubierto que por aquellas que han llegado a la mente por medio de otros.”
Blaise Pascal

Saber qué hacer y tener el deseo de hacerlo no son nada sin una motivación interior que los impulse. Para hacer un cambio es necesario voltear hacia adentro.

¿Por qué es importante para ti cambiar tu cuerpo? ¿Qué significa para ti hacer un cambio?

Puede que cambiar tu cuerpo para ti signifique que podrás jugar con tus hijos sin cansarte en 15 minutos, que te despertarás con energía todas las mañanas, que podrás jugar tu deporte favorito por décadas, que podrás viajar por el mundo hasta los ochenta.

O puede ser que quieras evitar el mismo destino de tus abuelos, que no llegaron a los 60, o de tu abuela, que pasó sus últimos años en silla de ruedas; puede ser que represente eludir medicamentos para controlar tus niveles de glucosa o evitar un infarto; puede que signifique envejecer noblemente.

Cambiar tu cuerpo también puede significar que, si en realidad te enfocas en algo, puedes conseguir lo que sea.

Investiga profundamente, haz que tu motivación sea personal. Siente los beneficios que obtendrías del cambio.

Encontrar ese motivador personal hace a la fuerza de voluntad irrelevante y se convierte en una fuente ilimitada de energía que reduce tus probabilidades de fracaso.

No importa cuál sea tu verdadera razón, lo que importa es que la encuentres. Es lo que te mantendrá andando cuando las cosas se pongan difíciles y, junto con las otras estrategias, harán que el fracaso sea (casi) imposible.

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