El cuerpo y la mente están conectados. Esto es un hecho.
Pero cuando hablamos de la mente, nos enfocamos exclusivamente en el uso de la razón. A las emociones les prestamos poca importancia. Esto es un error.
Todos tenemos una vida emocional. Y nuestra capacidad para reconocer y regular nuestras emociones influye mucho más que el uso de la razón en nuestro cuerpo y en nuestras acciones –esto te lo dice alguien que antes creía que esto era puro cuento–.
Tenemos 3 opciones:
- Ignorar a nuestras emociones,
- Ser víctimas de ellas, o
- Aprender a regularlas y usarlas como fuentes de información que nos guían hacia mejores hábitos, un mejor cuerpo y una mejor salud.
Tomemos la tercera opción.
¿Qué son las emociones?
A pesar de siglos de estudiar a las emociones, seguimos sin tener un consenso de exactamente qué son.
En lo que sí estamos de acuerdo es que una emoción cumple con al menos 3 de los siguientes 4 componentes:1En realidad son 5 componentes; el quinto es expresiones faciales, pero decidí omitirlo para propósitos de este artículo; Cap. 1 The Philosophy of Emotions and Its Impact on Affective Science en Handbook of Emotions
- Una evaluación automática e instintiva de una situación o estímulo externo (lo que alguien te dijo, un callejón oscuro…) o interno (pensamientos, memorias…) que es relevante a ti y tus metas. Por ejemplo:
- Evalúas lo que alguien te dijo como una ofensa y sientes enojo
- Percibes un callejón oscuro como un peligro y sientes miedo
- Recuerdas una experiencia agradable de tu infancia y sientes alegría
- Evalúas comerte una dona como “portarte mal” y sientes culpa
- Una sensación subjetiva, aquello que tú sientes en tu cuerpo y mente y que clasificas como “enojo”
- Una respuesta fisiológica, como elevación de frecuencia cardiaca, respiración rápida y superficial…
- Una motivación para actuar. Por ejemplo:
- Caminas por un callejón, sientes miedo y tomas otro camino.
- Sientes ansiedad, quieres eliminarla y comes un chocolate
Entonces, una emoción surge cuando hacemos una evaluación automática e instintiva de una situación que a su vez genera una sensación subjetiva, una respuesta fisiológica y que nos motiva a actuar.
Visualmente, una emoción sigue el siguiente flujo:
Dependiendo de nuestra evaluación del estímulo, podemos sentir felicidad, tristeza, enojo, miedo, asco, sorpresa, culpa, vergüenza, menosprecio, satisfacción, orgullo, entusiasmo, remordimiento…
Diferentes personas pueden experimentar la misma situación y experimentar diferentes emociones. Por ejemplo, tras ser despedido de su trabajo, alguien puede sentir enojo, otra persona tristeza y alguien más alivio.
¿Para qué sirven las emociones?
Las emociones surgieron para que nuestros ancestros enfrentaran los retos de su ambiente y así incrementar sus probabilidades de sobrevivir. Por ejemplo, veían una serpiente, sentían miedo y eso los motivaba a escapar de ella.
Hoy, las emociones siguen funcionando para ayudarnos a navegar nuestro entorno. Por ejemplo, sentimos un crónico descontento en nuestras vidas y esto nos motiva a cambiar.
Las emociones también expresan necesidades, lo que a su vez nos permite formar y mantener lazos sociales. Vemos que alguien experimenta tristeza y esto nos motiva a consolarlo.
Las emociones son necesarias, igual de necesarias que sentir hambre y sed. Y al igual que el hambre y la sed, las emociones guían nuestras decisiones y acciones. De hecho, según el neurocientífico Antonio Damasio, todo comportamiento está hecho para modificar nuestras emociones.
Comemos verduras porque nos brindan placer, o hacemos ejercicio para recibir una dosis de endorfinas. O comemos la barra de chocolate para lidiar con ansiedad y estrés, y después hacemos ejercicio porque nos sentimos culpables de haber comido tanto.
La manera en la que actuamos para modificar nuestro estado emocional puede ser productiva o contraproducente –comer por placer vs. para lidiar con ansiedad–.
Entonces, al igual que nuestras emociones nos benefician, también pueden perjudicarnos.
La conexión entre emociones y tu salud
Es indiscutible que nuestras emociones, tanto positivas como negativas, están ligadas a nuestra salud.
Por un lado, nuestra salud física afecta a nuestras emociones. Por ejemplo, ser físicamente activo y tomar suplementos de omega-3 son efectivos para tratar (y prevenir) depresión.
Por otro, y en lo que me enfocaré, nuestras emociones también afectan a nuestra salud física.
Por ejemplo, emociones negativas como ansiedad, enojo y depresión se asocian con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, diabetes e infarto. Y entre más frecuentes, duraderas e intensas sean estas emociones, mayor el riesgo.2fuente, Cap. 36 Emotion and health en Handbook of Emotions
Otro caso es la conexión entre frecuentemente experimentar disgusto, ansiedad e insatisfacción con la apariencia física y tener mayor presión arterial e inflamación crónica.3fuente, fuente, fuente, fuente
En contraste con los dos ejemplos anteriores, las emociones positivas se asocian con un menor riesgo de enfermedades metabólicas.4fuente
Ahora, lo que afecta nuestra salud no necesariamente es el tener las emociones, sino nuestra capacidad para regularlas.
Las 2 formas en las que las emociones afectan tu salud
No tenemos control sobre que emociones surgen de la misma manera que no controlamos los sonidos que escuchamos.
Lo que sí podemos controlar es cómo regulamos nuestras emociones una vez que están ahí, es decir, cómo respondemos ante ellas y cómo las experimentamos y expresamos.
Por ejemplo, si nos enojamos, ¿el enojo permanece durante horas o solo durante 3 minutos?
Una pobre regulación emocional es lo que afecta a nuestro cuerpo y salud. Esto ocurre de dos maneras: una directa y una indirecta.
La manera directa es mediante la respuesta fisiológica que las emociones conllevan. Por ejemplo:
- Una peor regulación emocional está ligada a una pobre capacidad de “apagar” el sistema nervioso simpático y “encender” el parasimpático, lo que indica un estado crónico de estrés y se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.5fuente Por ejemplo, un estudio encontró que suprimir emociones se asocia con un 10% mayor riesgo de padecerla, mientras que otro estudio encontró que aquellas personas con los niveles más altos de regulación emocional tenían 62% menor riesgo.
- Nuestras emociones también alteran nuestra respiración lo que a su vez afecta nuestra salud. Por ejemplo, las que batallan para lidiar con ansiedad o que suprimen su enojo regularmente son hiperventiladores lo cual lleva a una rápida fatiga mental y física, mareos ocasionales, dificultad para concentrarse, calambres y “nudos” musculares.
- Y no, las emociones no causan cáncer.6fuente, fuente, Cap. 36 Emotion and health en Handbook of Emotions
La manera indirecta en la que la regulación de nuestras emociones afecta a nuestro cuerpo y salud es al guiar nuestras decisiones y acciones.
Regular nuestro comportamiento es en gran medida regular nuestras emociones.
Por ejemplo, suprimir, batallar para regular o ser incapaces de reconocer emociones como aburrimiento, enojo y ansiedad lleva a algunas personas a comer de más, especialmente de comida «chatarra».7fuente, fuente, fuente
En otras palabras, nuestra capacidad para regular emociones negativas influye en qué, cuándo y cuánto comemos.
Tus emociones y tu alimentación
Una de las formas en las usamos a la comida es para lidiar con emociones negativas. Estemos conscientes de ello o no, a veces comemos no porque tengamos hambre, sino porque queremos sentirnos emocionalmente mejor o porque queremos desconectarnos, no queremos pensar ni sentir.8fuente, fuente, fuente, fuente
Tu día fue día pesado: tuviste disputas en el trabajo, argumentaste con un cliente, tienes muchos pendientes por terminar, el tráfico fue insoportable…
Estás estresado, cansado, frustrado, ansioso. Necesitas una pausa, algo para relajarte.
En ese estado emocional, la comida se te apetece más, los antojos son más fuertes, anticipas “el premio” de comer e imaginas lo bien que sabrá.
Llegas a casa, tomas un paquete de galletas o unas cervezas (o el alimento que más se te antoje), te acuestas en el sofá y, por fin, a comer y a descansar.
La comida cumple con su propósito: te sientes mejor o te olvidas de ti mismo… pero sólo durante un breve periodo de tiempo.
Sin darte cuenta, minutos después has comido (o tomado) de más.
Ahora te sientes peor que antes de haber comido. Te sientes culpable o te castigas por no haberte controlado –ya es la tercera vez que lo haces en la semana–. En el peor de los casos, sigues comiendo más, piensas “al cabo ya lo arruiné todo”.
Al usar a la comida para lidiar con emociones negativas, la meta de mejorar tu cuerpo y salud queda en el olvido, la prioridad ahora se convierte en dejar de sentir estrés y ansiedad.
Tras repetidas veces de comer para eliminar emociones negativas, inconscientemente comienzas a asociar esas emociones con comida. Al sentirte mal, buscas la recompensa al comer, lo que hace difícil romper el círculo vicioso.
Tratas de controlar a tus emociones al suprimirlas o ignorarlas, pero esto es forzoso y cansado, lo cual frecuentemente lleva a lo mismo: a comer de más.9fuente
Si te familiarizas con esto, no tienes porque sentirte mal por ello. No significa que no tengas fuerza de voluntad. Estás haciendo lo mejor que puedes. Es normal (y esperado) que en ocasiones uses a la comida para sentirte mejor (todos los hacemos). Esto solo se convierte en un problema cuando es la única o la principal estrategia que usas.
Por fortuna, puedes aprender otras maneras de navegar tus emociones de la misma forma que puedes aprender a jugar un deporte.
Tus emociones importan, no las ignores
Regular tus emociones es una pieza central para mejor tus hábitos, tu cuerpo y tu salud.
Ignorarlas o suprimirlas no es el camino. Usar a la comida para lidiar con ellas tampoco lo es.
¿Qué otras opciones y estrategias tenemos a nuestro alcance?
Te presento al sistema RARC.
2 comentarios en “¿Tus emociones afectan a tu cuerpo y salud?”
Excelente información, gracias por publicar.
De nada Rosy. 🙂