No hagas ejercicio para perder peso

Si tu principal motivación para ejercitarte es perder peso, es más difícil que el ejercicio se convierta en un hábito para toda la vida. Hay un mejor enfoque.
ejercicio para perder peso

Si el ejercicio no condujera a la pérdida de peso/grasa, ¿te ejercitarías?

Toma aquella primera respuesta que se te vino a la mente, sin haber pensado mucho en ello. 

Tu respuesta da pistas acerca de tu calidad motivacional, es decir, el porqué detrás de tus metas y acciones; aquella razón, consciente o inconsciente, que te mueve a actuar. 

Esta calidad motivacional influye en cómo nos sentimos al desempeñarnos en una actividad y en qué tan consistentes somos en ella. 

Podemos usar al trabajo para ilustrar estas diferencias motivacionales: 

Por ejemplo, ¿trabajas solo para ganar dinero o porque es algo que disfrutas, porque se alinea con tus valores personales y/o porque consideras que beneficia a otros? Visto de otra manera, si fueras financieramente estable y nadie te pagara por tu trabajo, ¿lo seguirías haciendo? 

Algo similar podemos decir del ejercicio.

Hacer ejercicio exclusiva o principalmente para perder peso puede ayudar a empezar, claro, pero rara vez ayuda a convertir al ejercicio en un hábito para toda la vida. 

Considera lo siguiente.

Si no pierdes peso al ritmo que te gustaría (como suele suceder), ¿qué tiende a ocurrir? Te desmotivas. Desistes. ¿Para qué seguir haciendo ejercicio si no está dando resultados? 

(Por cierto, mientras que el ejercicio es imprescindible, por sí mismo no es muy efectivo para perder peso).  

Además, si no pierdes peso como consecuencia del ejercicio es más fácil que inconscientemente demerites todo lo demás que el ejercicio te ofrece. 

Y si llegas a perder el peso que buscabas, ¿ahora qué? ¿Qué razón permanece para ejercitarte? 

Mantener el peso podría ser una respuesta, aunque esto es lo mismo pero desde otro ángulo: ahora tienes que estar a la guardia para no subir de peso. Y si el número en la báscula incrementa (lo cual es común que suceda), se repite el ciclo: desmotivación, desistencia. O te lleva a hacer más y más ejercicio para quemar más y más calorías hasta que ya no queden suficientes horas en la semana. 

Usar el ejercicio con el único fin de controlar algo en lo que no tenemos 100% control (nuestro peso y apariencia física), lo convierte en una agotadora búsqueda, una búsqueda que yo mismo viví.  

Durante algunos años de mi vida, la principal razón por la que me ejercitaba era para cambiar mi apariencia física. Quería ganar músculo pensando que esto conduciría a reducir mis inseguridades de ser “flaco” y “débil”. 

Esta motivación me ayudó a empezar y sí me ayudó a obtener algo de resultados, pero era inconsistente y el proceso no se sentía bien, había una constante presión interna para verme de cierta manera. Ejercitarme a veces se sentía como una obligación a pesar de que no había nadie obligándome. Era un “tengo que” hacer ejercicio, no un “quiero” hacer ejercicio.

Hay otro enfoque que se siente mejor y que nos ayuda a ser más consistentes. 

De la misma forma en la que la comida es mucho más que nutrientes, el ejercicio es mucho más que una herramienta para modificar cómo nuestro cuerpo se ve. Hay muchas razones por las que podemos ejercitarnos que no tienen nada que ver con perder peso. 

Podemos ejercitarnos…  

  • Para divertirnos.
  • Para sentirnos mejor física, mental y emocionalmente.
  • Para convivir con otros, sean amigos, hijos o nietos.
  • Para dedicar tiempo para nosotros mismos.
  • Para retarnos y descubrir de lo que somos capaces.
  • Para celebrar nuestro cuerpo y todo lo que hace por nosotros (y que usualmente damos por hecho).
  • Para desarrollar habilidades físicas (que a su vez nos permiten hacer otras actividades físicas que disfrutamos).
  • Para aprender algo nuevo.

Si somos capaces de encontrar una razón para ejercitarnos que no esté apegada a cambiar nuestra apariencia física, nos relajamos, lo disfrutamos más y es casi un hecho que lo haremos por el resto de nuestras vidas; incluso lo llegamos a extrañar si por alguna razón no podemos movernos. 

Lo curioso es que, con este cambio en la motivación, muchas veces nuestro cuerpo cambia como efecto secundario. 

Ahora, no estoy diciendo que dejes de buscar cambiar tu cuerpo si eso es lo que realmente deseas, lo que estoy haciendo es invitándote a explorar otras formas en las que el ejercicio pudiera ser una parte de ti y tu vida más allá de “perder peso”. 

¿Cómo es que el ejercicio pudiera convertirse en un fin en sí mismo para ti? 

¿Cómo es que el ejercicio pudiera dejar de verse como “ejercicio”?

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4 comentarios en “No hagas ejercicio para perder peso”

  1. Hola Guillermo
    Excelente artículo, solo quisiera agregar, que ocurre el mismo proceso, cuando se quiere ganar peso, pues cuando se está «prisionero» en ese ciclo de sobre motivación (forzamiento quimerico), desmotivación, y desistencia, cuesta muchisimo subir, y perderlo fácilmente. Y en efecto, es mejor salir de ello y realizar los ejercicios (también la sana alimentación) jugando, conviviendo y divirtiéndose, porque nos gusta y encanta hacerlos. El vernos mejor, gozando de buena salud fisica y mental, con musculaturas marcadas y un carácter armonioso, es una sobreganancia, un regalo divino.

    1. Hola Elias,

      Sí, también aplica lo mismo para ganar peso/músculo (ese fue mi caso cuando recién iba empezando en esto).

      Y bien has dicho: «divirtiéndose, porque nos gusta y encanta hacerlos». Esta es la idea. 😉

  2. Gusto en saludarlo profesor Guillermo. Excelente artículo, por cuanto nos hace mirarnos en nuestro propio espejo y buscar disfrutar hacer ejercicio por los beneficios que nos hace sentir en el cuerpo y en la mente. Un abrazo.

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